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Apenas se vislumbran los primeros rayos del alba, cuando aún no son ni las 8 de la mañana, pero un reguero constante de trabajadores ya accede a las instalaciones de Ascensores TRESA. Están de enhorabuena, y es que hace sólo unas semanas se han mudado a una nueva fábrica más grande, moderna y cómoda.

Gonzalo Suárez, presidente y fundador de la compañía, recordaba recientemente los comienzos en una entrevista. “Allá por el año 1.983 éramos un pequeño grupo de trabajadores que sólo nos dedicábamos al mantenimiento. Teníamos ilusión y algunas ideas. Lo que no teníamos era oficina propia, usábamos un pequeño despacho de apenas 30 metros cuadrados en un edificio de espacios de trabajo compartidos. Y fíjate cómo hemos cambiado.” Y así fue hasta 1987, cuando comenzaron a fabricar sus propios componentes, año en el que estrenaron unas instalaciones de algo más de 300 metros cuadrados en Gijón, ciudad que continúa albergando la nueva fábrica. Si algo hay claro en el ADN de TRESA es que la fabricación debe de ser aquí, en Asturias, y con componentes europeos. Es la manera de garantizar al mercado un producto de calidad, elaborado bajo unos estrictos protocolos, estándares y procedimientos.

Pero no fue hasta el año 2000, cuando la empresa dio el gran el salto a unas instalaciones de más de 3000 metros cuadrados, lo que les permitió una mayor profesionalización y también atender un mayor volumen de pedidos, iniciando la exportación hasta alcanzar los más de 50 países de hoy en día. Y como conmemoración, la compañía ha decidido nombrar con este año (2000) a una de las salas de reuniones para atender a sus clientes, bajo un epígrafe que reza “Más grandes, más expertos”.

“Ahora nuestros clientes podrán disfrutar de sus pedidos en menor tiempo”

Pero no fue suficiente, por ese motivo, este año, en pleno proceso de recuperación de la crisis provocada por el COVID-19, la empresa se ha mudado de nuevo, a unas instalaciones de más de 10.000 metros cuadrados y con una capacidad de producción de unos 60 ascensores a la semana. “Era necesario el cambio” recuerdan desde TRESA. “La antigua fábrica se nos quedaba pequeña”. “Ahora nuestros clientes podrán disfrutar de sus pedidos en menor tiempo, porque además de la capacidad, la cadena de montaje se optimiza y podemos realizar mayor acopio de componentes, dependiendo menos de nuestros proveedores para los pedidos más urgentes, o cuando hay escasez, como hemos podido comprobar durante la crisis del COVID el pasado mes de marzo”.

La nueva fábrica cuenta con una zona de corte de chapa, donde se ha adquirido una cortadora láser más precisa y eficaz. La pintura se aplica mediante un nuevo túnel que mejora y agiliza el proceso. El taller eléctrico es hasta 3 veces más grande que el anterior, existe una mayor área dedicada a almacenaje y la zona de carga ha sido ampliada con 2 muelles que facilitan la recepción y envío de pedidos.

Sin duda, una inversión ambiciosa para un proyecto ambicioso. 35 años después, todo vuelve a comenzar, el futuro de esta compañía que parece no tener techo está por escribir.

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